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Cuatro generaciones en torno al rubro agrícola en Rengo

Coagra

30 jun 2021

El legado familiar de la familia Urquiza:

José Ignacio Urquiza Maguregui, quien hoy se desempeña como socio junto a su familia y Gerente General de Agrícola La Pandina Ltda, nos cuenta cómo fueron los inicios de su campo, que se remontan a 1932 cuando su abuelo adquirió el campo en Chanqueahue.


La familia Urquiza Ortiz está compuesta por José Ignacio, Roxana Ortiz Salaya, su señora, y sus hijos: Ignacio, Fernando, Pilar y Roxana, siendo los dos hombres mayores los que trabajan en la agricultura con su padre.


Fuente: Catalina Zelaya.

Fideliza Comunicaciones.


Fue en el año 1932 cuando León Urquiza Echevarría compró el campo en la localidad de Rengo, Región de O´Higgins, y hace 10 años su nieto, José Ignacio Urquiza Maguregui creó la Agrícola La Pandina donde actualmente trabaja junto a sus hijos en este legado familiar agrícola que ya va en la cuarta generación.


Cuando se creó Agrícola La Pandina, se tomó la decisión de plantar más hectáreas de almendros de las que ya poseía su padre Hernán Urquiza Abásolo desde el año 1998, completando alrededor de 100 hectáreas. “Por un tema de mano de obra y de hacer cosechas mecanizadas. Básicamente pensando en el futuro y la escasez de mano de obra, ya que acá se cosecha todo con máquinas y con poca gente, más calificada, pero con menor cantidad”, comenta José Ignacio. Actualmente su campo produce alrededor de 3 mil kilos de pepa de almendras por hectárea al año, que exportan junto a la empresa Baika (del Grupo Del Río).


Cuando ambos hijos del matrimonio Urquiza Ortiz, Ignacio (30) y Fernando (28), pese a no ser agrónomos de profesión, mostraron interés en el rubro agrícola, decidieron expandirse y formar una empresa familiar. Para lograrlo, José Ignacio se preocupó mucho de capacitar a sus hijos, ya que según él, “no sirve de nada trabajar en familia solo porque lo son, sino porque son un aporte para hacer crecer la empresa, y hacer crecer el legado familiar”, comenta.


Según José Ignacio, “queríamos modernizarnos y hacer crecer el negocio, con la llegada de mis hijos fue posible integrar tecnología y profesionalizarnos más”. Fue entonces que se embarcaron en el proyecto de construir su propia planta de procesos, que tuviese la suficiente capacidad tanto para su fruta como para prestar servicios a terceros. Para eso viajaron a California, Estados Unidos, desde donde importaron las máquinas, la que actualmente se encuentra dentro de las más grandes y modernas de Chile.

¿Te gusta trabajar con tus hijos?


Sí, me encanta. Lo que más me gusta de trabajar con ellos es la confianza, siempre voy a tener más confianza en ellos que en alguien de afuera. Y también de poder llevarlos a un grado de profesionalismo que tal vez con otras personas no necesariamente estaría dispuesto a darle el tiempo que uno le da a los hijos, en el proceso de formación.

¿Te verías trabajando sin ellos ahora?


No me veo, pero para que no se suban por el chorro tengo que decir que sí (risas).


En esta familia podemos ver claramente cómo se traspasó el legado familiar ligado al campo, Ignacio les incentivó el gusto por el campo y los hijos le incentivaron el crecer y modernizarse.

¿Cuál crees que es el punto que los destaca sobre los otros exportadores de almendras del país?


La preocupación por los detalles, ser minucioso con todo lo que es el cuidado de la fruta desde cero. Y que también somos productores, no solo prestamos los servicios. Por eso empezamos la temporada procesando nuestra fruta para poner a punto todas nuestras máquinas y si hay algún desperfecto, lo sufra nuestra almendra y no dañar a terceros. Como así también saber cuál es el manejo de parte del campo cuando vienen con fruta con problemas y poder ayudar a los productores a resolver algún problema con nuestra experiencia de campo.

“Nosotros procesamos más fruta de terceros que nuestra, los meses de procesos son de marzo a julio aproximadamente”.


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